jueves, 3 de abril de 2008

Nuestro pesimismo. Una vieja pregunta formulada de nuevo. Primera Parte

A comienzos del siglo XX se expresaba un marcado optimismo acerca de lo que iba a ser el futuro del mundo, en buena medida por los efectos de las revoluciones de independencia y declaración de derechos universales, los cuales orientaban el devenir próximo como promisorio, menos violento y mucho más humano. Del mismo modo la confianza en la ciencia y la tecnología como medios para avanzar hacia el desarrollo, creaban las condiciones para tener esperanza por el futuro del mundo y la creencia que la historia podía ser entendida como una avance evolutivo a una mundo en paz, en armonía y en donde las dificultades que imponía la naturaleza podían llegar a ser controladas por el hombre.

Con la Primera Guerra Mundial y la devastación ocurrida en Europa este optimismo y esperanza caen ante los hechos. No solo por el hecho de la guerra, sino además por nuevas situaciones que tendrán un profundo impacto sobre la vida de muchas personas: el Estado autoritario y/o el surgimiento del totalitarismo. Lo que buscaban estos autoritarismos era el dominio mundial a partir de una ideología basada en la necesidad de aniquilación del adversario. Este principio genero una forma nefasta del funcionamiento del Estado que fue el genocidio. Los casos principales fueron la Alemania nazi de Hitler y la Rusia comunista de Stalin.

Contrariamente a lo que se pudo haber pensado,  el avance del conocimiento a través de la Ciencia no fue garantía para afectar al menos el desarrollo de los totalitarismos.  Más bien precisamente parece que fue al revés. Tal es el caso de la propia Alemania, la cual pese a contar con una población culta y la economía industrial más avanzada de Europa, fue la cuna del Holocausto judío.

Fukuyama agrega una distinción entre el totalitarismo de derecha y el de izquierda, indicando que en primero, se da el apego a la tradición, respeto por la religión oficial y la jerarquía social (en términos de privilegios y riqueza individuales). En el caso de los totalitarismos de izquierda intentar establecer "jurisdicción sobre el conjunto de la sociedad, violando valores y hábitos interiorizados". Dicho de otro modo se plantean objetivos de transformación profundos y globales. En los primeros, aunque no lo dice Fukuyama, el propósito es mantener el estado de cosas o el orden social prevaleciente en términos de su verticalidad.

Finalmente y como contraparte en el presente (comienzos de los '90) estaríamos en presencia de una situación de relativo nuevo optimismo por la caída sistemática de los regímenes dictatoriales así como del comunismo. Si implica la posibilidad de retomar la idea de un avance progresivo de la historia.

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